sábado, 16 de marzo de 2019

Nota al pie

                                                                             JL. Qoz                                             
En mi niñez y adolescencia viví momentos que emocionalmente me tocaron. Aunque hoy esté convencido de que no todos los momentos que uno ha pasado son motivo para escribir algo, creo que esa especie de sanación me llevó al papel.
En uno de los primeros cuentos que hice rememoro el día en que en la Comercial Mexicana nos detuvo la policía porque a uno de mis amigos en aquel tiempo, Alberto, se le ocurrió meterse un disco de Rammstein en los pantalones. De modo que el acto de escribir fue mi salida, la respuesta a las tantas preguntas/incomodidades del pasado.
No recuerdo cuándo decidí escribir cuentos pero pronto me di cuenta, como dice Cortazar, que en la literatura no bastan las buenas intenciones y es cierto, un par de mis textos publicados fue suficiente para ver desde afuera que tenía un montón de ellas. Aunque no publico nada, miento si digo que ya no escribo. Tengo libretas llenas de textos y esto y aquello. Lo que sí recuerdo es de las primeras lecturas que hice. Muchas de ellas me cautivaron, particularmente La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. Quiero mucho esa novela. Recuerdo que pasé años sin leer otro libro de Vargas Llosa, según yo tenía temor de que ese otro libro no me gustara aunque pienso que el verdadero temor era que otro libro de él me gustara más que La ciudad y los perros. Tiempo después leí Cartas a un joven novelista y no me gustó cuando escribió que los libros de Burroughs no le interesaban y le aburrían o algo parecido. En ese momento estaba viajado con Yonkie y hasta la fecha, aunque tengo la mayoría de libros de Vargas Llosa, no he vuelto a leer ninguno. Mi relación con su obra es maravillosa.
En fin, a Mario Vargas Llosa le debo mi afición a comprar otro libro, a la búsqueda de historias, una tras otra. Yo no tuve una persona cercana que se sentara conmigo y me dijera este libro es bueno, léete esto o consigue este autor. Pienso que corrí con suerte para que La ciudad y los perros me llevara a alguna referencia incluida en el propio libro y ese otro a otro más...
Hace seis meses nació Mati, mi hijo, y es precipitado pero me ocupa saber si la lectura le va a apasionar tanto como a mi. Tal vez y si decida escribir sea mucho mejor que su padre, caso inverso en el futbol que los grandes jugadores tuvieron hijos malitos en la práctica. Precipitado, insisto. Por lo pronto, cada que damos un paseo en su carriola lo llevo escuchando los poemas en voz de sus autores de "DescargaCultura.Unam". Y Julián Herbert, Valeria Luiselli, Enrique Serna, Francisco Segovia, entre tantos, pasean con nosotros. Mati mueve la cabeza hacia los lados buscando quién le llama pero disfruta la lectura porque balbucea y hasta grita queriendo responder. Hemos escuchado la gran mayoría de autores del canal con excepción de la lectura de Mario Vargas Llosa, no sea que me vaya a gustar mas que La ciudad y los perros o que Mati llore en esa lectura, algo. De verdad tengo una gran relación con ese autor. 

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